Anfasep, principal organización de mujeres y madres de familiares víctimas de la guerra sucia en Perú, equivalente al de las Madres de Mayo en Argentina, cumplió esta semana años en momentos que aumentan las estimaciones de desaparecidos y se entregan restos óseos hallados en fosas clandestinas.
La persistencia de la Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos y Secuestrados del Perú (Anfasep) -con más de un centenar de miembros- es elogiada por organizaciones humanitarias que destacan su coraje para intentar acabar con la impunidad desde 1983.
Esa lucha ha sido además contra la corriente, venciendo obstáculos culturales como el hecho de hablar solamente quechua, la lengua indígena de los incas, en un país donde el español es la voz dominante para los trámites legales.
"Esa situación hacía que fuesen marginadas por no hablar castellano y que se les viese como iletradas en medios oficiales", dijo a la AFP, Dafne Martos, del Comité Internacional de la Cruz Roja en Perú, organización que las apoya.
El epicentro de sus actividades es el departamento de Ayacucho (sureste de Perú), lugar de nacimiento de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso y foco principal de operaciones de éstas y de la represión de las Fuerzas Armadas.
Ayacucho, una de las regiones más pobres de Perú, fue el punto de inicio en 1980 del conflicto interno que dejó casi 70.000 víctimas según una Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).
La CVR estableció que existen más de 4.000 fosas clandestinas producto de la violencia política en Perú.
La Anfasep nació impulsada por un grupo de campesinas, mujeres y madres ayacuchanas, que buscaban desesperadas a sus hijos, esposos o hermanos, desaparecidos en los primeros años del conflicto armado.
Fundada por Angélica Mendoza, 'mamá Angélica', el grupo es considerado como una de las organizaciones de afectados más representativas en la lucha contra la impunidad y el olvido por el colectivo peruano de derechos humanos Aprodeh.
Su postura a favor de la paz a lo largo de las dos décadas del conflicto peruano le permitió ganarse un espacio de reconocimiento internacional saliendo al paso de imputaciones militares de simpatía con los alzados en armas.
Uno de los obstáculos con que se encuentra su tarea a favor de la verdad y la justicia es la dificultad para crear conciencia en Perú sobre la alta cifra de desaparecidos, que fluctúa entre 11.000 y 15.000 según grupos humanitarios.
"Esa dificultad se acrecienta porque las desapariciones ocurrieron cuando estaban en vigencia el régimen democrático y uno asocia estas prácticas con las dictaduras", dijo a la AFP Gisella Vignolo de la Defensoría del Pueblo.
La revisión al alza de la cantidad de desaparecidos, que en 2003 se cifró provisionalmente en 8.558 por la Comisión de la Verdad, revela que la tarea de estas madres tiene aún muchas asignaturas pendientes.
Los ojos de ellas se centra hoy en las exhumaciones que realiza la fiscalía en la periferia del cuartel Los Cabitos, en Ayacucho, donde se hallaron este año al menos 12 fosas comunes y podrían hallarse hasta 500 restos humanos.
Los reclamos de las madres fueron compensados el 28 de agosto cuando en Ayacucho, tras 17 años de espera, los familiares de 13 personas cuyos restos fueron hallados en una fosa común recibieron los restos óseos de sus parientes de manos de representantes de la fiscalía y peritos forenses.

Publicado por fuente de ayuda navegador web martes, 2 de septiembre de 2008

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