La lucha por la supervivencia fue, en los tiempos paleolíticos, una lucha del ser humano con el medio natural y con sus competidores de otras especies animales. Como la vida era muy dura, sólo una minoría de seres humanos cumpliría los 40 años de vida y los que llegaran a esa edad seguramente tendrían una vejez difícil, aquejados de dolores de artritis, reumatismo, escorbuto, y amenazados de muerte con cada hueso roto o muela infectada.
La supervivencia de la humanidad durante el Paleolítico se logró en gran medida a la vida comunitaria, su ingenio, sus descubrimientos técnicos y la capacidad social que desarrolló para comunicar y guardar la memoria de su cultura.
La alimentación del hombre prehistórico dependía básicamente de la recolección de plantas, tubérculos y otros vegetales, así como de la ingestión de insectos, huevecillos de insectos y animales pequeños. Los primeros seres humanos cazaban presas pequeñas, pero con el desarrollo de la vida comunitaria y la tecnología de caza, el Homo erectus pudo convertirse en un depredador de manadas de animales salvajes o grandes, como el mamut y el bisonte, o de peces una vez que inventó redes. El hombre prehistórico no mantenía una dieta equilibrada y en muchos casos su alimento consistía en carne en estado de semiputrefacción.
Los grupos u hordas de esta época vivieron generalmente en cuevas que los protegían del frío y la humedad. Estos lugares también servían como lugar de enterramiento y de cultos y ritos. La aparición del arte rupestre convierte a la cueva en un santuario, que la convierte en el centro del universo familiar. Las cuevas tenían áreas de actividades bien definidas: lugar para encender la hoguera, talleres para el trabajo de piedra, hueso, madera, etc., áreas sagradas para las ceremonias, el culto y la magia, piletas naturales para el agua. En el exterior, había zonas para trabajar y secar pieles, áreas de descuartizamiento, fuegos de protección nocturna y chozas de estación cálida.
Los arqueólogos también han encontrado restos de cabañas que se usaban como vivienda. Hubo de varios tipos, construidas con diversos materiales: huesos, pieles, paja, etc. Los grupos humanos generalmente se asentaban en ciertos lugares donde abundaba la comida, como zonas fértiles y donde vivían los animales de gran tamaño. Algunos de estos asentamientos fueron ocupados durante miles y miles de años.
En esta etapa comenzó una diferenciación de labores entre hombres y mujeres. Como las crías humanas necesitan los cuidados maternos hasta mucho después del nacimiento, las madres humanas estaban mucho más atadas que las de las mayoría de los primates, y los padres cargaron con la tarea de obtener el alimento cazando animales, una actividad prolongada y ardua que no realizaban las hembras porque tenían que cuidar a las crías.


Lenguaje y aprendizaje
Para tener éxito en la vida, aún el hombre más primitivo necesitaba tener un conjunto considerable de conocimientos astronómicos, botánicos, geológicos y zoológicos. Adquiriendo y transmitiendo estos conocimientos, nuestros ancestros fueron estableciendo los fundamentos de la ciencia.
No se sabe qué sistema de comunicación utilizaba el Australopithecus. Quizá los primeros pasos hacia el lenguaje fueran la transformación de gritos en sonidos concretos susceptibles de variaciones, mediante los cuales podían transmitirse mensajes. Poco más de dos millones de años después, el Homo erectus, que vivía en grupos regidos por una cierta disciplina, contaba ya con la capacidad de comunicarse rudimentariamente mediante el habla.
En el curso del desarrollo evolutivo del hombre, las comunidades primitivas tuvieron que edificar una tradición científica, anotando y transmitiendo cuáles eran las mejores piedras, maderas o huesos, en dónde podían hallarse y cómo debían ser manipuladas para producir sus instrumentos.
Asimismo, el éxito en la caza sólo se pudo lograr por una observación prolongada y cuidadosa de los hábitos de las presas; los resultados deben haber formado una tradición colectiva de conocimientos sobre cacería. De mismo modo, la distinción entre plantas nutritivas y venenosas, también debe haber sido aprendida por experiencia y, luego, incorporada a la tradición comunal.
El aprendizaje consciente de las características del entorno y la reflexión sobre las mismas superaron poco a poco la mutación genética y a la selección natural como motor fundamental de cambio entre los homínidos. Lo que se aprendía tenia tanta importancia para la supervivencia como la herencia biológica. Sobre todo en una especie como la humana, que toma tanto tiempo para llegar a la edad adulta.
Una concepción del mundo con grupos de objetos diferenciados y la construcción de objetos (instrumentos) fueron fenómenos que se desarrollaron simultáneamente en el transcurso de los cientos de miles de años durante los cuales evolucionó el lenguaje. Gracias a ello pudo surgir el pensamiento abstracto (pensar sobre las cosas cuando no se encuentran presentes físicamente), hace 60 a 40 mil años, lo cual permitió al ser humano analizar el pasado y participar en el futuro; hacer planes, crear arte y un lenguaje complejo.

Publicado por fuente de ayuda navegador web lunes, 6 de octubre de 2008

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