El poeta italiano Dante Alighieri no sólo era un maestro indiscutible de la rima y del verso, anticipándose en su visión al posterior Renacimiento sino que, al parecer, también anticipó leyes de la física moderna, en 300 años a Galileo Galilei. El creador de “La Divina Comedia” intuyó o descubrió la ley física del movimiento conocida como Principio de la relatividad de Newton o de la invariancia de Galileo, según afirma una revista científica italiana. El principio de Galileo afirma que las leyes de la física son las mismas en todo sistema de referencia inercial. Es decir, que alguien moviéndose a una velocidad constante observa los mismos resultados experimentales que alguien que no se mueve en absoluto. Este principio constituye el fundamento de todo el entramado científico construido por Newton y otros. Leonardo Ricci, de la Universidad de Trento, afirma en la revista Nature que Dante fue consciente de este fenómeno a comienzos del siglo XII, sin pensar en las consecuencias que podría tener para la ciencia. Es en el capítulo dedicado al Infierno, en el canto 17 de su obra épica donde Dante y su guía Virgilio descienden desde un círculo de tormento eterno hacia otro. El resumen del episodio que antecede a los hechos es el siguiente: Canto XVII, versos 76-105 Montando a Gerión para el descenso al octavo círculo. 76-84 Como le había recomendado Virgilio, Dante se vuelve prestamente. La situación es de pavor: el Conductor le exige coraje y osadía. Virgilio cabalga en medio de la espalda de Gerión e invita a Dante que se le siente delante. Cabalgarán de a dos, como en el emblema de los caballeros templarios: dos sobre un caballo. 85-105 Bellísima y ajustada descripción. El temor de Dante vivamente comparado con la dura expectativa del enfermo de cuartanas. Su vergüenza ante las exigencias de Virgilio que lo obliga a subir donde no desearía. Un nudo en la garganta, y un paternal Conductor que tiernamente lo abraza y lo sostiene en tan peligroso paso. Gerión que flota en el aire tenebroso como si estuviera en un mar, y parte como lo hace una barca de la orilla. XVII, 115-126. El abismo hasta el octavo círculo es extenso, y tan oscuro que nada se puede ver. Resuenan extraños ruidos debajo, y Dante comienza sin embargo a percibir fuegos y oír llantos que lo estremecen tanto que se adhiere aún más fuertemente a la montura recogiéndose, para finalmente de todos lados ver los horrores del círculo octavo. XVII, 127-136. Como desciende el halcón luego de mucho volar en vano, así furioso y ceñudo pósase Gerión en el fondo del valle, y descargada su carga, desdeñoso se retira con la celeridad que parte una flecha del arco. Es concretamente en los versos 115 a 117 donde aparece la curiosa observación: Dante y Virgilio se hallan sobre el monstruo, escalando a la vez el dorso del monstruo alado Gerión, a la vez que descienden a un círculo inferior. En lo que se cree que es la primera descripción de la sensación de volar, Dante es consciente del viento y del monstruo debajo de él. El texto donde describe este fenómeno es el siguiente: “Hacia arriba ascendió, nadando lentamente, lentamente gira y desciende, pero sólo lo percibo por el viento que golpea mi cara desde abajo”. (En el original: “Ella sen va notando lenta lenta; rota e discende, ma non me n’accorgo se non che al viso e di sotto mi venta”). Estas líneas revelan una notable intuición. “El observador Dante es capaz de imaginarse a sí mismo en un sistema de referencia que un físico contemporáneo definiría como inercial”, afirma el Dr. Ricci. Dante entendió que tal amplio vuelo espiralado se tendría que sentir como un vuelo en línea recta. “Pero Dante afirma además, que aparte del efecto del viento, su sensación de volar no difería de estar en reposo… Esta invariancia coincide con el concepto expresado por Galileo. Al parecer Dante estaba muy por delante de su tiempo también cuanto a su concepción de las leyes de la naturaleza”.

Publicado por fuente de ayuda navegador web sábado, 13 de septiembre de 2008

Subscribe here